lunes, 24 de diciembre de 2007

Entrañables


De acuerdo, por el artículo 33 tocan unas fechas en las que todos debemos estar felices, encantados de comprar regalos, cebados como cerdos y deseosos de decirle una palabra amable y sincera a cualquiera que se cruce en nuestro camino.

Cualquiera, ya sea el revisor del metro o el pipero de la esquina con una amplia sonrisa nos desea lo mejor para esta noche. Por descontado, el conocimiento de si es una noche agradable o no es indiferente, ya que no hay otra opción, hoy toca ser feliz.

Genial, es fantástico, de hecho creo que hasta me cebaré por no tener un conflicto familiar. Luego vendremos con los aspavientos y los moralismos cuando la gente se da al alcohol de forma exagerada para olvidar cuanto antes estas entrañables fechas o simplemente se lo permite porque hoy nadie lo juzgará tanto como de costumbre. El sentimiento navideño lo embarga todo y a todos, aunque en cuanto nos paramos dos minutos, confesamos la acumulación de pecados capitales que vienen aparejadas.

Llegamos al momento positivo de estas fechas, casi por unanimidad podemos confesar los siete pecados capitales, vamos un auténtico homenaje romano, pagano donde los haya, pero como se tratan de estas fechas, tenemos excusas y nos los perdonamos sin el menor cargo de conciencia.

Hagamos un mini repaso de los pecadillos. La gula, mejor ni hablamos del tema. La avaricia, queremos mucho, de todo e incluso nos pierde lo inútil. La pereza, cuanta pereza me dan estas fechas, lo único bueno son los días festivos para aprovechar para no hacer nada. La ira, nada como las reuniones familiares para despertar nuestros sentimientos más básicos. La envidia, enmascarada en festines, en regalos, en situaciones familiares, en…. tantísimas cosas que no acabaría de enumerar. La soberbia, desgraciadamente viene con la envidia de la mano y al canto de ‘pues yo más’, lo fomentamos desde pequeños para que nos salga natural cuando ya no lo seamos. La lujuria, el pecado favorito, aunque solo sea por cumplir los otros seis, espero cumplir con este como se merece.

Vale, los vamos a cumplir, pero da igual, en enero nos apuntamos al gimnasio, empezamos cualquier colección absurda y volvemos a guardar la agenda de teléfonos hasta el año que viene, nos deprimimos con el estado lamentable de nuestras cuentas corrientes, pero nos podemos conformar pudiendo ignorar al revisor o al pipero y volviendo a poder tener malos pensamientos.

Feliz 14 de marzo y 22 de octubre.

1 comentario:

Isabel Burriel dijo...

Bueno, somos animales de costumbres. Necesitamos de símbolos y ritos para acordarnos de determinados casos. Es verdad que podríamos celebrar el 14 de marzo pero exceptuando unos pocos hay bastantes que no tendrían ningún motivo para celebrar nada y entonces seríamos grises y absurdos.

En fin, que da igual pero por lo menos: Felices fiestas.