jueves, 29 de marzo de 2007

Anonimato o universalidad

Internet nos aporta mucha información de todo tipo, es la gran biblioteca, hay información de cualquier cosa, por específica que sea. La gente, las empresas, los organismos … todos, dan información. Todo está al alcance, es cuestión de tiempo, así que por ese lado no hay competidor posible.

Pero, ¿qué pasa con lo personal? ¿Cuanto influye en las relaciones? ¿Cuántas pasiones se han despertado? ¿Cuántas personas han mostrado algo? ¿Cuánto sexo ha trasportado? ¿Cuánto se quería expresar y compartir? ¿Cuántas ideas se comparten altruistamente?

En teoría sería tan inverosímil con la dichosa aguja en el pajar, pero la gente se encuentra, se encuentran de tal manera que las fronteras se vienen abajo. Se puede cruzar un océano con la seguridad de haber acertado con la persona, difícil, pero sucede. Resulta complicado en los medios físicos, así que sin ellos se supone que más. Aunque puede ser que encuentres a tu vecino del tercero en la red, sí, ese con el que no te has dirigido más de un cordial saludo.

Puede ser la comunicación que es escrita, dándonos un poco más de tiempo para pensar lo que se va a decir, ayudando a decir lo que se quiere. También podría ser la facilidad para ser uno mismo, al fin y al cabo sino te gusta lo que encuentras no pasa nada, nadie te conoce. A veces no nos atrevemos a hacer cosas por vergüenza, pero aquí somos anónimos si queremos, es una decisión propia. Puede ser esta una motivación a escribir, cantar, hablar o leer cosas de todo tipo, pues a saber.

El éxito de la expresión individual y colectiva demuestra un poco el ansía que tiene el humano para comunicarse, sentir y sentirse.

Brindo por la red que te enreda.

domingo, 25 de marzo de 2007

Espacios pequeños


Solemos acudir con frecuencia a las medidas y comparaciones de todo tipo, incluso dicen que hasta de las listas, por tontas que sean.

Igualmente existe una droga que conquista los sueños, el ansia de conocer lugares, costumbres, gentes y demás información que nos da el viajar. Puede ser el placer de regenerarse junto con la libertad que da el movimiento lo que lo motiva, aunque puede ser que cada uno encuentra su motivo.

Por otro lado, existe igualmente un pesar presente, la dificultad de encontrar un lugar para vivir, para pasar la gran mayoría del tiempo, una casa. Uno de los ingredientes importante es el espacio, pequeño para lo que estábamos acostumbrados, aunque no es así, si lo vemos en espacio por persona, que a lo mejor puede que haya aumentado considerablemente.

El tema de la sexualidad y mitos al respecto de los españoles se puede dejar para la siguiente caña.

De momento, qué pasa con la mala fama que tienen los espacios pequeños, nadie los quiere, ni incluso por Navidad, nunca. Pero que pasa a la hora de limpiar, no tienen comparación. Los cambios que pueden tener son mucho más radicales, pueden pasar de desordenado a ordenado en menos tiempo e incluso se puede dar un cambio a la disposición con mover un mueble. Todo está cerca, por muy lejos que esté.

También hace falta menos luz para que se ilumine, pero hay también aspectos espirituales. El espacio se convierte en valioso realmente provocando en algunas personas un desarrollo mayor de la imaginación a la hora de usarlo.

Una regla se hace de obligatorio cumplimiento, no se pueden tener muchas cosas. No caben. Una sensación de ligereza, de hecho puede parecerse algo a la sensación de ir manejando un mapa y una cámara por calles que las pisas por primera vez.

Los prejuicios nos pueden hacer equivocar, pero puede ser utópico pretender vivir sin ellos, no dejan de ser una experiencia escuchada o vivida utilizada para poder decidir o eso he oido.

jueves, 22 de marzo de 2007

Tiempos modernos


El paso del tiempo tiene un virus, el incombustible consumismo inhumano, y no deja de atacar, siendo el número de necesidades un torbellino de síntomas que se lleva por delante la felicidad de lo obtenido a cambio de traer la necesidad de lo futurible, la tranquilidad y sosiego se sumergen en una ambición insaciable.

Entre otras cosas, consigue hacernos sentir la fiebre en cuestión de días, llevándonos a los delirios a bordo de los carros hilarantes servidos desde el poder del sistema y la sugestión de lo idóneo para cada perfil personal, marcado a fuego en los miles de mensajes enviados por la multitud de canales.

No pasan unos meses desde que existe un nuevo posible síntoma para qué pase a formar parte de nuestro inventario, cada vez constituido por elementos más perecederos, produciéndonos una debilidad más acuciante e incurable con el simple paso del tiempo.

Las necesidades latentes se convierten en básicas y la ambición, la sensación de insatisfacción, la zanahoria y demás motivaciones y desmotivaciones se encuentran más inalcanzables o cercanas en función de lo que toque, sin encontrar la píldora idónea para la cura ¿Para qué? Puede ser que los problemas adictivos actualmente no tengan la apariencia que esperamos, pero tampoco la que se insinúa.

Parece más un juego de absorción de voluntad ante un ente superior, más propio de Truman que de una realidad consciente, realmente habremos llegado y superado la felicidad en este mundo. Parece increíble, el aviso era mucho más claro que los de Nostradamus, pero lo recordamos algo menos.

No debería suceder algo así, en teoría la cantidad infame de información debería bastar para alcanzar una libertad decisoria suficiente como para no ser tan vulnerables a la persuasión, pero no, de hecho convierte la desmesura en una necesidad concienzuda.

A lo mejor es como una gran pandemia, que una vez lanzada en su camino de muerte no se puede parar, sino que cada vez será más grande y más rápida. Puede ser que la única forma de pararla sea la autodestrucción, cuando por su propia vanidad y decadencia se aniquile o simplemente por infectarlo todo y a todos dejemos de sentirla.

Perdona, otra cerveza y un tequila para atemperar, por favor.

lunes, 19 de marzo de 2007

Los días después

“La pereza es la madre de todos los vicios, y a una madre se la respeta” (Jorge, Colombia, aunque creo que no es originalmente suya). Qué decir sobre esto, hoy puede ser una aplicación, el deseo de no hacer nada, maldecir los excesos y descontroles, aunque pueda ser que el no controlar las situaciones, lugares e imágenes pueda ayudar a la motivación.

Libre de equivocarse, de saltarse las normas auto impuestas por el protocolo, libre para hacer una estupidez sin remordimientos, pero no siempre ocurre, en ocasiones se puede lamentar, pero ¿por qué? ¿realmente nos hacemos daño? Puede ser que sea una simple travesura del sonrosado que aún llevamos dentro.

También podría ser la angostura que da ese toque a nuestro cóctel, un elixir para la eterna juventud, esa que juega a equivocarse, levantarse y volver equivocarse, puede ser que hasta con piedras que pasaron a ser amigas.

Puede ser que uno se empeñe en llevarse a cuestas todas las piedras del camino para situarlas específicamente en el camino para asegurar el obstáculo, cuanto peso. De hecho ir saltando y esquivando piedras tiene su encanto, como cuando disfrutaba con el prensado Tiger. Los baches dan juego, quitan la monotonía del fluir, de hecho puede gustar hasta moverse sin todas las respuestas, sin todas las seguridades de las que nos podemos rodear, incluso se puede empezar el viaje con el coche a punto de averiarse, no?, puede gustar conducir aunque los airbags no estén acunándonos, no siempre lo más suave es lo que nos eriza.

No suena muy inteligente nada de esto, y puede ser que no lo sea, claro que depende del punto de inteligencia que se utilice para juzgar. A lo mejor no deja ser una forma de entonar el carpe diem o simplemente el idiotum encantum. De hecho ¿nos paramos a pensar a que o quién llamamos idiota?, pues puede ser que no lo suficiente, todo va medido por un rasero que hemos ido creando o aprendiendo, que en teoría es casi infalible. La idiotez la detecta a kilómetros, pero por qué no da señales cuando nosotros la invitamos a participar, como las superamos y por qué nos lamentamos y cómo teniendo una vara tan precisa seguimos equivocándonos, que lastre de cuestiones.

En una visión romántica y edulcorada o incluso puede ser que hiperealista de la realidad todo esto suena a un diabólico engatusamiento por lo absurdo que nos turba por momentos la razón, permitiendo que podamos ser idiotas por un rato, a veces incluso por un rato largo.

Para pensar estar cosas y dejar correr el tiempo sin un sentido claro están los días después, los que empiezan con un pesado arrastrar de pies hasta el botiquín.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Ley de Murphy


Cuando te pierdes dicen que lo mejor es no moverse, por absurdo que parezca, ya que el otro por ingenio humano al final pasará por los mismos sitios.

Si por el contrario se intenta encontrar al otro, simplemente por una cuestión de probabilidad aliñado con la mala leche de Murphy podrán sentirse el crujir de sus pisadas pero no se encontraran, excepto que dejes de buscar o te escondas, que será cuando aparezca tu buscador a tu lado.

Esta pequeño circunloquio para acabar hablando de algo mucho menos banal, la elección vital. Nuestros padres se han empeñado en darnos unos estudios, esos que si ellos los hubieran tenido habrían cambiado nuestras vidas, serían diferentes y sus vidas se habrían convertido en las soñadas.

Los viejos deseos personales se podían sacrificar por obtener ese sueño materializado en sus esquejes, pero vaya, al final el destino tiene ese fino sentido del humor y que ocurre que los estudios son tan generalizados, somos tantos y tan preparados, sin querer caer en la pedantería, que hasta para cerrar sobres hay un licenciado.

La ley de la oferta y la demanda por todos conocida consigue un equilibrio no siempre justo, ya que se basa en la cantidad y no en la calidad. En definitiva, si de algo hay poco cuesta mucho y si hay mucho no cuesta nada.

Llevando esta teoría al día a día, podemos decir que si te montas en el metro cualquier mañana en hora punta verás a cientos de licenciados, sí, esos mismo licenciados que hace unos años estaban valorados y actualmente se alquilan para cualquier tarea, por banal que sea.

Actualmente los verdaderos delicatessen son los oficios, incluso el ejecutivo más agresivo se somete ante los encantos de cualquier fontanero con los despreciados atributos del pasado y soportados con paciencia en el presente.

Todo ese éxito reporta grandes beneficios y conllevan la aceptación del olvido de la atención al cliente, seriedad, puntualidad, eficiencia, calidad de servicio y todo un largo etcétera de argumentos que cualquier empresa sitúa en lugares preferenciales de su publicidad y cultura.

Entonces, que es lo que ocurre, nos hemos vuelto a equivocar??, y si elegimos la vuelta a los oficios, como ocurre en cualquier atasco todos iremos en la misma dirección y volveremos a saturar la demanda y volverá a ser algo sin valor, estaremos nuevamente atascados.

Así que volviendo al inicio, supongo que estar parado puede ser una opción, ya veremos si somos encontrados o quedamos perdidos. Y que deberíamos aconsejar a las generaciones venideras? A lo mejor lo ideal es callar y que cada uno elija su lado de mantequilla de la tostada, al final el azar tiene su papel.