sábado, 21 de abril de 2007

Los pies del peregrino


(Nota: los acentos y nuestra letra tipica esta vez van a ser que no, problemas de teclado.)

El sentimiento de un constante y rapido bombeo cual ejercito en combate, presuroso de ir alla donde hace falta, la sensacion de opresion de los lazos opresores asi como la falta de aire necesario para poder continuar hacen dar importancia a lo que en ocasiones no lo recibe. Conquistando camino a cada paso, adaptandose al medio por inhospito e irregular que se presente no flaquea en su pasion particular.

Puede ser el simple ansia del que desconoce o la estrechez del tiemo o la necesidad de conocer o el nerviosismo de ver lo visto de forma irreal, nunca se sabe, pero el sentimiento de querer patear la ciudad hace que el ejercito pueda odiar al general e incluso uno mismo pueda sentir lastima por todos sus lugartenientes.

La busqueda desaforada del extasis de una buena imagen, de un lugar, del autentico espiritu del lugar hace que los diez soldaditos de vanguardia sufran las consecuencias de lo irregular del camino, pero con animo y coraje no dudan en lanzarse a la carrera a la siguiente esquina que conquistar.

Todos estos buenos deseos y sensaciones se pueden verse derrotados o cuando menos menguados de capacidad por algo banal, simple, secundario, unos calcetines de poliester. Insignificantes, desechables, pero que en un momento dado pueden formar parte de la historia.

Puede ser que los pequenos detalles a los que no se le da importancia modifican en gran medida el curso de nuestras experiencias, llegando incluso a ser participes y complices de esperanzas y desventuras de victorias y derrotas.

En ninguna escala unos calcetines pueden estar por encima de los deseos por muy calcetin que se sea, pero los puede condicionar, de hecho si nos fijamos podemos encontrar multiples ejemplos en lo cotidiano.

Los pies brulees de primero, como la exquisita crema, acompanados de algodones de maquillaje de buffet libre y aderezados con no pocas pintas bien sean morenas o carentes de luz ponen a cada uno donde deben, por favor un respeto al placer.
Habra que esperar disfrutando antes de continuar disfrutando, placeres varios no acumulables por el momento, la sal y el vinagre de la historia a veces tiene que esperar.

jueves, 12 de abril de 2007

La Iglesia Roja



Hace unos diez años, joer como pasa el tiempo, tuve contacto con la comentada iglesia de San Carlos Borromeo de Entrevías, pero sobre todo con su dirigente en aquel momento, Enrique de Castro, que ahí sigue luchando a su manera.

Es cierto que por aquel entonces como ahora Enrique era un “héroe” local, metido en mil y una situaciones rocambolescas, métodos poco ortodoxos, pero si es cierto que fuera o no por los medios convencionales, su ayuda era agradecida por los que por orgullo, marginalidad o a saber la razón no lo tenían fácil en la vida.

Resulta lógico escorarse en esas situaciones, cuando la Iglesia, las Instituciones y demás a los que en su posición sería lógico pedir ayuda, pero por el contrario ignoran la situación de las personas de su barrio. Ya entonces era conocida como la Iglesia Roja, pero desde mi punto de vista tan solo se puso la capa de la rebeldía y la defensa de sus ideas para buscar algún modo para llevar la ayuda a sus vecinos, de evitar el olvido, de alzar la voz ante las cosas que pueden mejorar, etc.

Si es cierto que el contacto tan cercano con jóvenes, drogadictos, presos, familias de todos ellos, requiere zafarse de las ataduras de la imagen impoluta clerical. Probablemente se puede predicar en vaqueros y en torno a unas cervezas, acercándose al terreno de quién quieres que te escuche, abandonando la posición soberbia de los que apuestan por las formas de actuar inflexibles e impuestas por la costumbre.

En aquel año vi a jóvenes en la iglesia, hablando, preguntando, confesando, compartiendo, confiando, hecho a lo que no estaban acostumbrados, ya que no se dirigían a una institución sino a personas que compartían su dolor y miserias.

Juntos a todos ellos - jóvenes, madres, agnósticos, no decididos, curas y demás- un hecho “rebelde”, la ocupación de la catedral de la Almudena en protesta de la situación de los presos FIES, un problema del barrio, de las familias de los presos, de todos, una falta de humanidad.

Por aquel entonces Rouco Varela era el obispo de Madrid y tras dialogar con un subordinado suyo, Enrique y escuchar las intenciones que teníamos, “ocupar” durante 6 días la catedral las 24 horas del día, decidió con un tono amable la aceptación de la situación. Amablemente y con un gesto que le honró en aquel momento fue no poner la situación más difícil ( no quitó ni la electricidad ni la calefacción) aceptó la protesta aunque no la compartió en los modos. Se respondió con un respeto durante los oficios.

Ahora y como mera reflexión me pregunto si aquella cara seria, comprensiva, inteligente y aguileña de Rouco Varela no aguardaba a una buena jugada a largo plazo. Puede que esperase a que las gotas fueran llenando el vaso hasta que pudiera darse el gusto de castigar a los heterodoxos, a los que comulgan con pan para que todo el que quiera pueda almorzar o a los que no se ciñen estrictamente a las formas en pos de buscar más el fondo.

De todas formas esta reflexión que une hechos de hace 10 años con los actuales puede que no deje de ser una “frivolité”, pero me queda una duda, si el fondo es bueno, los fieles son fieles y el objetivo de ayudar a la gente del barrio se cumple, ¿Qué más dan las añejas formas litúrgicas?

lunes, 2 de abril de 2007

Ideas múltiples


Las ideas que divergen a las de uno tiene pueden remplazar las propias, con sus razonamientos y fundamentos intocables, de hecho te das cuenta que también estás tan de acuerdo con ellas como con las nativas. Después de decir algo, de lo cual puedes estar plenamente convencido, te pueden girar el prisma desde el que miras y todo puede ser diferente y a la vez válido, es increíble.

Pero este proceso puede darse varias veces, incluso nos podemos decantar por diferentes opiniones después de ver otro punto de vista e incluso verte en la situación de tener que volver a cambiar y es más, esto se puede repetir todas las veces que sea necesario, como diría alguien, eres un veleta¡¡¡

Entonces, ¿Cuántas verdades válidas existen? O es que a lo mejor pasa como en los diccionarios, que dependiendo de la acepción del término varia su semántica. Incluso se podría dar el caso de que realmente no son diferentes, sino que tan sólo se complementan, obteniendo una idea con diferentes aspectos de la misma que una persona no consigue percibir de forma “cenital”, sino pequeñas partes del mismo.

En esas ocasiones se puede dar la sensación de encontrarse en la más absoluta ignorancia junto a una increíble inseguridad, ya que hasta en aspectos de los cuales crees estar seguro pueden variar y desvanecerse junto con los argumentos. A lo mejor no es más que un pequeño homenaje vitalicio cartesiano que obliga a mantenernos niños, abiertos a absorber las múltiples aristas que tienen las ideas.

De hecho, aún a riesgo de fallar, puede ser que si dejáramos espacio a la posibilidad de que nuestro punto de vista fuese erróneo, alguna discusión se evitaría, o no.