miércoles, 27 de junio de 2007

Carabanchel

Mucho más recuerdo han dejado los visitantes una vez efectuado su cierre que los habitantes innatos del lugar. Tan solo un pequeño cartel, el resto de recuerdos se esfumó con el tiempo. Se mantienen los ceniceros improvisados atados al cabecero, pero no deja de ser un detalle fútil de la convivencia allí vivida.

En el mismo estado se encuentran los espacios de los invitados que el de los trabajadores, sin memoria de las diferencias y experiencias sucedidas. Las diferencias han sido arrasadas por los irrespetuosos visitantes.

El blanco aviejado característico del lugar se mezcla con negros y colores de los artistas urbanos, aunque todas las tonalidades se ven afectadas por el aire de decadencia y ruina que todo lo invade.

La angustia de los espacios cerrados, oscuros y húmedos es lo único que sigue patente, pero cada vez menos, aunque se despiste, pero entre rejas, silencio y patios llenos de hierbajos hacen que en algún momento te puedas ver a rayas contando pasos y vigilando de reojo que se cuece en el ambiente.

En espacios así resulta complicado imaginarse algo que no sea enviciado, los espacios reducidos, los barrotes y la represión. Es posible que sea “lo que se merecen”, pero la venganza y reclusión se auto alimentan, por lo que los resultados no son sorprendentes.

Demagogia, es posible.

lunes, 4 de junio de 2007

Reacciones químicas


En ocasiones las mismas situaciones nos provocan diferentes reacciones, que por otra parte, por habitual no le damos la importancia de la irracionalidad del tema. Si a Winston fuera la pregunta, probablemente nos diría que algo ocurre, aunque no tiene claro que es, pero puede ser que lo sepa en un futuro.

El caso es que dependiendo del humor, de la sensibilidad a la buena o mala interpretación de un momento podemos sugerir la ingesta de buenas dosis de drogas químicas brotadas desde nuestro interior. Podría ser que este hecho nos diera la gran herramienta, de hecho puede ser que sea un deseo más profundo y antiguo que el de la piedra filosofal.

Si pudiéramos controlar también la clonación de los estímulos necesarios para la interpretación de los momentos a nuestro antojo, nuestros sentimientos y reacciones humanamente ilógicas, no deseables e incluso dañinas tendrían marcado el camino al campo santo de los tesauros, solo serían palabras vacías.

Entonces, podría incluso llegar el momento en el que se pueda preferir sin una duda razonable la aceptación de la irracionalidad más absoluta frente a una vida cuasi perfecta seguidora de los preceptos de la auto ayuda. Lo que vendría a ser poderle echar un pulso al nirvana racional para vivir lo terrenal con sus momentos de cerveza y helado.

viernes, 1 de junio de 2007

Efecto Tres Olivos


Trajeados de corbata al viento, señoritas con tacones veloces y señoras con bolsos agresores se lanzan en pos de un objetivo deseado. La compostura, la cuidadosa colocación del vestuario mañanero, las formas, los peinados y la vergüenza van despidiéndose en cada paso de este ataque al improviso.

La visión veloz de la despavorida huida hacia el nirvana, hacia la salvación, hacia la abstracción, realmente cada uno tendrá su motivo para la acción dejan cuando menos sorprendido al espectador, cuando no existe la necesidad de salir huyendo ante la embestida de la manada.

Puede ser que el inconsciente haga su quiebro a la seriedad, que visualice el oasis al otro lado de la puerta, incluso los sonidos estridentes aparecen en escena, por lo que la racionalidad tiene una buena excusa para desaparecer y lo hace.

No deja de ser una corriente de aire fresco en una ciudad tan ciudad, tan poco animal, que los humanos podamos adoptar ese tipo de comportamientos, de hecho nos puede transportar a las grandes estepas, haciéndonos abandonar por momentos la jungla de cemento que nos rodea o cuando menos llevarnos hasta las sensaciones oníricas de la sobremesa hogareña.

Con la manada saciada el silbato suena y el viaje continua.