lunes, 8 de octubre de 2007

Relaciones humanas

Las relaciones humanas son normalmente complicadas, pero a la vez totalmente necesarias. Como seres sociales que somos necesitamos extender hacia los demás sentimientos y lazos de unión para sentirnos protegidos.

De vez en cuando nos sorprende el hecho de que no siempre acertamos en esos lazos y debemos retroceder con el consiguiente malestar y sentimiento de duda que nos invade.

Resulta curioso que le echemos en cara a la otra persona ser como es o comportarse del modo que resulta inadmisible para nosotros, ya que de alguna forma habíamos proyectado como debía comportarse en cada momento, craso error.

Las personas somos totalmente impredecibles y venimos con amplios packs, donde caben comportamientos que nos agradan y otros algo menos, pero nos sigue sorprendiendo cuando las cosas, parámetros y reacciones no coinciden con los nuestros, vaya egoísmo el nuestro.

En ocasiones los momentos en los que las cosas no son como esperábamos nos invade la duda de si nuestro planteamiento vaquero es el correcto, no siempre acertamos en el ternero adecuado y por el contrario cae el cuervo que nos hace mal con el pasar del tiempo.

Ese riesgo tiene sus posibles equivocaciones, pero de alguna forma nos deberíamos conformar con sentir y aceptar los conjuntos de cada uno tal y como son, sin sentir cierto grado de traición, nos ahorraríamos muchas desilusiones.

Y por otro lado, gente vestida de querubín siempre nos podemos encontrar aunque luego tome un tono más bermellón. Me imagino que como con los yogures habrá que seguir jugando, es cuestión de paciencia y de aprendizaje.

3 comentarios:

G y L dijo...

Hay que hacer como en los exámenes: partir de cero e intentar llegar al 10, sumando cada cosa que nos gusta de la pareja.
Lo malo es que mucha gente hace como en la gimnasia rítmica: partir del 10 y empezar a restar lo que no gusta.
Así, para los primeros un ocho será una gran nota y para los segundos un fracaso.
Como dijo aquel: "Todo es relativo, menos tu madre y la mía, aunque de la tuya dudo".

Isabel Burriel dijo...

De ahí viene la necesidad de tener los ojos abiertos para no llevarse engaños o en su defecto saber comprender las razones de los otros. Si en ambos casos, aún, persiste el desencanto, mejor dejarlo correr.

Meiga en Alaska dijo...

Algo importante también suele ser tener capacidad de introspección suficiente para saber cuando aquello que nos irrita de los demás no es más que un comportamiento que odiamos en nosotros mismos y que la mayoria de las veces no queremos ni admitir que poseemos.

Evidentemente, añadido a la reducción de expectativas, y la plena aceptación del otro (y de uno mismo). Creo firmemente que el amor al otro tiene su base en el amor a uno mismo. Sin ello, podemos regodearnos en la ilusión del amor durante un rato, pero tarde o temprano nuestra falta de amor hacia nosotros mismos saldrá al a luz, dañando la relación de mil y una formas diferentes.

Me encantan las relaciones humanas y todo lo que traen consigo :)

Saludos desde Alaska