
Siempre oí que los que llevaban el radiocasette al hombre con la música a todo volumen eran unos macarras, vamos compañías no deseadas por una madre, pero claro de eso hace tiempo, los pantalones nevados eran hasta un signo cool.
Pues nuevamente se hace cierto el dicho de que todo vuelve, incluso el Dúo Dinámico en versión musical nos visitará en el siglo XXI, pero el caso es que esta mañana en el metro he visto a alguien con un equipo de música al hombro invitando a todos a escuchar lo que para él sería lo más de lo más. Las creencias a las 8 de la mañana puede ser que se radicalicen, dejando la posturas comprensivas para después del café.
El individuo en sí no tendría más de 15 años y su equipo no era más que un móvil diminuto atrapado con la tira de la mochila y su hombro, pero el sonido era realmente como un Panasonic de los de entonces dándolo todo. No vestía nevados, pero si había un cariz similar, la mirada orgullosa de ser una persona antisistema, con una cabeza erguida y una mirada desafiante.
La canción en cuestión no era incomprensible con los graves subidos hasta encontrar el high, sino el desencajado Bisbal con sus letras tan pegadizas y vacías, hecho que quitaba oportunidades a la idea de la rebeldía ideológica.
La primera impresión es que el tiempo ha pasado, la mirada no fue de admiración ante una persona original por tener la valentía de ser anti algo que demuestra a la sociedad su pasotismo ante los reglamentos impuestos sin pedir su opinión, sino que la mirada ha sido la de podía bajar el volumen o cuando menos utilizar unos casquitos.
Pues nuevamente se hace cierto el dicho de que todo vuelve, incluso el Dúo Dinámico en versión musical nos visitará en el siglo XXI, pero el caso es que esta mañana en el metro he visto a alguien con un equipo de música al hombro invitando a todos a escuchar lo que para él sería lo más de lo más. Las creencias a las 8 de la mañana puede ser que se radicalicen, dejando la posturas comprensivas para después del café.
El individuo en sí no tendría más de 15 años y su equipo no era más que un móvil diminuto atrapado con la tira de la mochila y su hombro, pero el sonido era realmente como un Panasonic de los de entonces dándolo todo. No vestía nevados, pero si había un cariz similar, la mirada orgullosa de ser una persona antisistema, con una cabeza erguida y una mirada desafiante.
La canción en cuestión no era incomprensible con los graves subidos hasta encontrar el high, sino el desencajado Bisbal con sus letras tan pegadizas y vacías, hecho que quitaba oportunidades a la idea de la rebeldía ideológica.
La primera impresión es que el tiempo ha pasado, la mirada no fue de admiración ante una persona original por tener la valentía de ser anti algo que demuestra a la sociedad su pasotismo ante los reglamentos impuestos sin pedir su opinión, sino que la mirada ha sido la de podía bajar el volumen o cuando menos utilizar unos casquitos.