Todo es un suponer, pero subir para contemplar el paisaje desde otro punto de vista, el espacio vacío bajo los pies, el vibrar de la vela y el viento chocando contra uno debe ser una experiencia fuera de lo común. Leonardo lo habría disfrutado.
Melocotones para refrescar las gargantas resecas bien sea por el paisaje escarpado, por la efusividad de Rá o simplemente por la carraspera del temor de ser pequeño, vulnerable.
Mimo al estirar los hilos, de los que pende la vida. Se requiere vestimenta informal por favor, las corbatas no son bien recibidas. Control del viento, la abstracción en la mirada y a esperar una buena racha, cual surfero.
Racha, movimiento de elevación, estabilización, giro, carrera para poder despegar y a volar. Ninguno miró atrás. Todos y en una cadente coreografía volaron, se sintieron liberados, ligeros, únicos, pájaros de colores que surcan el horizonte en busca de la fuente.
Después de la ligereza, la pesadez, enormes mochilas infladas acompañan a personas desperdigadas en kilómetros a la redonda, sonrisas intimistas buscando en la imaginación la próxima vez.
Buen vuelo.
1 comentario:
Halaaaa, qué envidiaaa!
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