Cuando te pierdes dicen que lo mejor es no moverse, por absurdo que parezca, ya que el otro por ingenio humano al final pasará por los mismos sitios.
Si por el contrario se intenta encontrar al otro, simplemente por una cuestión de probabilidad aliñado con la mala leche de Murphy podrán sentirse el crujir de sus pisadas pero no se encontraran, excepto que dejes de buscar o te escondas, que será cuando aparezca tu buscador a tu lado.
Esta pequeño circunloquio para acabar hablando de algo mucho menos banal, la elección vital. Nuestros padres se han empeñado en darnos unos estudios, esos que si ellos los hubieran tenido habrían cambiado nuestras vidas, serían diferentes y sus vidas se habrían convertido en las soñadas.
Los viejos deseos personales se podían sacrificar por obtener ese sueño materializado en sus esquejes, pero vaya, al final el destino tiene ese fino sentido del humor y que ocurre que los estudios son tan generalizados, somos tantos y tan preparados, sin querer caer en la pedantería, que hasta para cerrar sobres hay un licenciado.
La ley de la oferta y la demanda por todos conocida consigue un equilibrio no siempre justo, ya que se basa en la cantidad y no en la calidad. En definitiva, si de algo hay poco cuesta mucho y si hay mucho no cuesta nada.
Llevando esta teoría al día a día, podemos decir que si te montas en el metro cualquier mañana en hora punta verás a cientos de licenciados, sí, esos mismo licenciados que hace unos años estaban valorados y actualmente se alquilan para cualquier tarea, por banal que sea.
Actualmente los verdaderos delicatessen son los oficios, incluso el ejecutivo más agresivo se somete ante los encantos de cualquier fontanero con los despreciados atributos del pasado y soportados con paciencia en el presente.
Todo ese éxito reporta grandes beneficios y conllevan la aceptación del olvido de la atención al cliente, seriedad, puntualidad, eficiencia, calidad de servicio y todo un largo etcétera de argumentos que cualquier empresa sitúa en lugares preferenciales de su publicidad y cultura.
Entonces, que es lo que ocurre, nos hemos vuelto a equivocar??, y si elegimos la vuelta a los oficios, como ocurre en cualquier atasco todos iremos en la misma dirección y volveremos a saturar la demanda y volverá a ser algo sin valor, estaremos nuevamente atascados.
Así que volviendo al inicio, supongo que estar parado puede ser una opción, ya veremos si somos encontrados o quedamos perdidos. Y que deberíamos aconsejar a las generaciones venideras? A lo mejor lo ideal es callar y que cada uno elija su lado de mantequilla de la tostada, al final el azar tiene su papel.
Si por el contrario se intenta encontrar al otro, simplemente por una cuestión de probabilidad aliñado con la mala leche de Murphy podrán sentirse el crujir de sus pisadas pero no se encontraran, excepto que dejes de buscar o te escondas, que será cuando aparezca tu buscador a tu lado.
Esta pequeño circunloquio para acabar hablando de algo mucho menos banal, la elección vital. Nuestros padres se han empeñado en darnos unos estudios, esos que si ellos los hubieran tenido habrían cambiado nuestras vidas, serían diferentes y sus vidas se habrían convertido en las soñadas.
Los viejos deseos personales se podían sacrificar por obtener ese sueño materializado en sus esquejes, pero vaya, al final el destino tiene ese fino sentido del humor y que ocurre que los estudios son tan generalizados, somos tantos y tan preparados, sin querer caer en la pedantería, que hasta para cerrar sobres hay un licenciado.
La ley de la oferta y la demanda por todos conocida consigue un equilibrio no siempre justo, ya que se basa en la cantidad y no en la calidad. En definitiva, si de algo hay poco cuesta mucho y si hay mucho no cuesta nada.
Llevando esta teoría al día a día, podemos decir que si te montas en el metro cualquier mañana en hora punta verás a cientos de licenciados, sí, esos mismo licenciados que hace unos años estaban valorados y actualmente se alquilan para cualquier tarea, por banal que sea.
Actualmente los verdaderos delicatessen son los oficios, incluso el ejecutivo más agresivo se somete ante los encantos de cualquier fontanero con los despreciados atributos del pasado y soportados con paciencia en el presente.
Todo ese éxito reporta grandes beneficios y conllevan la aceptación del olvido de la atención al cliente, seriedad, puntualidad, eficiencia, calidad de servicio y todo un largo etcétera de argumentos que cualquier empresa sitúa en lugares preferenciales de su publicidad y cultura.
Entonces, que es lo que ocurre, nos hemos vuelto a equivocar??, y si elegimos la vuelta a los oficios, como ocurre en cualquier atasco todos iremos en la misma dirección y volveremos a saturar la demanda y volverá a ser algo sin valor, estaremos nuevamente atascados.
Así que volviendo al inicio, supongo que estar parado puede ser una opción, ya veremos si somos encontrados o quedamos perdidos. Y que deberíamos aconsejar a las generaciones venideras? A lo mejor lo ideal es callar y que cada uno elija su lado de mantequilla de la tostada, al final el azar tiene su papel.
1 comentario:
¿Esto lo he escrito yo? Me da TANTA rabia ir a un bar y que no sepan tirar las cañas. Me pone de TAN mala leche ir a la tienda de embutidos y que no sepan cortar el jamón...
Pero todo seguirá así mientras dejemos de pensar que un licenciado es algo más que alguien que ha aprobado una carrera, y mientras los empresarios contraten a cualquiera sin formarle en el oficio. O sea, per secular seculorum.
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