miércoles, 19 de septiembre de 2007

Qué demasiao!!

Siempre oí que los que llevaban el radiocasette al hombre con la música a todo volumen eran unos macarras, vamos compañías no deseadas por una madre, pero claro de eso hace tiempo, los pantalones nevados eran hasta un signo cool.

Pues nuevamente se hace cierto el dicho de que todo vuelve, incluso el Dúo Dinámico en versión musical nos visitará en el siglo XXI, pero el caso es que esta mañana en el metro he visto a alguien con un equipo de música al hombro invitando a todos a escuchar lo que para él sería lo más de lo más. Las creencias a las 8 de la mañana puede ser que se radicalicen, dejando la posturas comprensivas para después del café.

El individuo en sí no tendría más de 15 años y su equipo no era más que un móvil diminuto atrapado con la tira de la mochila y su hombro, pero el sonido era realmente como un Panasonic de los de entonces dándolo todo. No vestía nevados, pero si había un cariz similar, la mirada orgullosa de ser una persona antisistema, con una cabeza erguida y una mirada desafiante.

La canción en cuestión no era incomprensible con los graves subidos hasta encontrar el high, sino el desencajado Bisbal con sus letras tan pegadizas y vacías, hecho que quitaba oportunidades a la idea de la rebeldía ideológica.

La primera impresión es que el tiempo ha pasado, la mirada no fue de admiración ante una persona original por tener la valentía de ser anti algo que demuestra a la sociedad su pasotismo ante los reglamentos impuestos sin pedir su opinión, sino que la mirada ha sido la de podía bajar el volumen o cuando menos utilizar unos casquitos.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Bye holidays

Las vacaciones tienen la mala costumbre de acabarse y dejarnos con una sensación de que injusta es la vida, que nos da pequeños oasis que duran dos segundos o eso nos parece a cambio de una eternidad en jornadas de 9 horas de sacrificio.

Da igual si no fueron las más cómodas o en el mejor lugar, o sí, porque por lo menos has elegido donde y como vivir esos días. Todos y cada uno hemos disfrutado los días, cada uno a su gusto, con el control del tiempo, la tranquilidad del no tener nada que hacer por imposición sino por puro placer.

Esa sensación de vivencias, de descanso, de ausencia de horarios, de lectura, de fotografías, de placer,…, de momentos que llegan para quedarse en el recuerdo y sacarnos una sonrisa con su recuerdo.

Pero todo se acaba y a veces la vuelta nos deja ese regusto romántico de que a partir de ahora las cosas van a cambiar y el rumbo de nuestra vida va cambiar, para lograr algún día que sea el primero de unas vacaciones eternas.

La realidad es otra, el día que se acaban las vacaciones empieza a diluirse las ideas románticas para ser engullido por la metódica e impúdica realidad, los horarios alquilados por algo que nunca nos parecerá suficiente y la perdida de elección.

Las ideas que nos llevarían al nirvana que podíamos acariciar siempre que quisiéramos cambiar se aleja, cual barco que parte y te deja en tierra, cual Marco que se precie. Ya no son vacaciones, la sonrisa se escapa por momentos para empezar a asumir que el viejo refrán lleva razón, el que algo quiere algo le cuesta, y tanto. No hay que olvidar el despertador para mañana empezar oír la señal del barco que parte.

Buen viaje y a esperar el próximo barco en el que montar para soñar.